Como director creativo, aunque no tenía muy clara su orientación inicial, Carlos aprendió pronto a hacer de todo. Hablando de sus comienzos en el 97, un contrato de 3 meses en BBDO se convirtió en una experiencia de 13 años: «tuve la suerte de que la primera agencia donde trabajé era top, pero estuve mucho tiempo presentando proyectos, hasta que empecé a convertirme en alguien útil, lo importante es empezar, entrar donde sientas que lo que tienes alrededor te ayuda a aprender y te haga feliz». Consciente de lo que no quería, se lanzó a un proyecto personal menos burocrático, lejos de la gran agencia: «sentía falta de motivación y aburrimiento, la única manera de recuperar el entusiasmo fue montar mi propio negocio y empezar de cero, que es de lo más estimulante». La clave del éxito de su campaña «Amo a Laura» fue una mezcla de hambre e ingenio: «los números no daban para tener una gran presencia y optamos por algo disparatado con la cooperación del cliente» y añade que «la creatividad es la única forma de que cada euro rinda más».