Es uno de los mayores expertos en España sobre los daños que puede causar la excesiva medicalización para paliar trastornos psicológicos y es autor del libro «Hacia una psiquiatría crítica».
Valorando las noticias que recientemente saltan a los medios como el chico de la ballesta o el piloto de Germanwings considera que es un asunto complicado por las muertes imprevistas y la dificultad añadida a la hora de comunicar sobre ello, pero explica que estos hechos no tiene por qué causarlos siempre una persona diagnosticada con algún trastorno mental:
«La tasa de homicidios entre personas que padecen algún trastorno es menor que entre el resto, lo más indicado es identificar señales de alarma por parte de la gente más cercana, padres, tutores…, llamar la atención sobre actos violentos, sucesos extraños e impredecibles, conductas no habituales».
Además, lamenta que cada vez más personas se medican transfiriendo la tristeza en depresión o la inquietud en déficit de atención:
«No siempre hace falta una pastilla, tenemos que escucharnos más».