Las fronteras del conocimiento no pueden aislar, porque el pueblo, los hombres, mujeres y niños que lo componen, son la entidad viviente, dinámica y real herederos de los valores que llamamos cultura. La arquitectura no es un valor más, y sin lugar a dudas es el único valor al que todos tiene acceso sin importar la clase social a que pertenezcan. Es el valor que acompaña al hombre durante su sueño, cuando trabaja, come, estudia, ama, llora o mejor aún cuando se realiza. Existe un pedazo de espacio encerrado en arquitectura para cada función que el hombre hace. José Carlos nos habla más a fondo sobre esta profesión.