Apasionado de Albert Camus, hizo Derecho y Periodismo cuando se estudiaba en la Escuela Oficial de Periodismo. En sus primeros años de profesión, le procesaron varias veces por artículos de revista inapropiados, una vez concretamente por un trabajo sobre Arias Navarro, aunque no llegó a juicio porque se murió Franco entre medias. Cuenta que los periódicos de entonces se jugaban mucho económicamente: “éramos muy jóvenes y la mayoría desaparecían, había poca publicidad pese a que se vendían bastante”. Después, ingresó en la Asociación de la Prensa de Madrid como vicepresidente. Y en la agencia de noticias EFE, que exige que el presidente fuera un periodista internacional de prestigio, estuvo 10 años. Explica que el cargo tenía una cierta conexión con el Gobierno por ser su dueño el Patrimonio del Estado. Vivió el dramático episodio de cuando ETA puso una bomba en la agencia que explosionó en los baños de la primera planta sin que causara daños personales puesto que pudieron desalojar el edificio. Destaca la cobertura de la retención de Roldán y el proyecto Satélite Hispasat: “era muy gratificante cotidianamente, aunque con las preocupaciones de los Presupuestos con más de 2.000 periodistas, 4.000 en total, entre colaboradores y plantilla externa, pero hubo años que doblamos la facturación”. Ahora sostiene que es una agencia más pequeña debido a Internet. Considera que el periodismo es un determinismo tecnológico, determina la presentación de la información, y que el periodista siempre será necesario porque es el referente de la calidad y la veracidad, añade que la información ha de contrastarse siempre con dos o tres fuentes: “un buen periodista debe tener instinto para saber qué es noticia y la dimensión de la noticia, además ha de escribir siempre cerca del punto final”. Ha escrito una novela, “Pijama aparte”, que es finalista para el Premio Planeta de 386 ejemplares. Ben Bella, ex presidente de Argelia, fue el primero de una larga lista de entrevistas que pudo realizar a históricos personajes mundiales.