Empezó a los siete años a jugar al fútbol porque, según nos cuenta, en su casa, con tres hermanos mayores, «sólo se daba patadas a un balón». Durante 5 años debutó con el Atleti y ganó varias ligas. Ahora juega en el Torrejón aunque durante un tiempo tuvo que colgar las botas:
«Me hubiera encantado dedicarme profesionalmente al fútbol, desde los despachos».
Confiesa que se notan las diferencias físicas entre hombres y mujeres en el fútbol y que es un mundo en el que la mujer tiene que sobrevivir y por ello adopta un carácter más espabilado, sin embargo, reconoce que la evolución de la sociedad ha permitido que la mujer tenga mayor importancia en este deporte. Ana también está involucrada en un proyecto para que ninguna niña se quede sin jugar bajo el lema «lo imposible sólo tarda un poco más» y trabaja para que la formación deportiva sea de calidad y no sólo esté enfocada al futbolista sino también a la persona.