Tras 15 días en varias regiones del país oriental, exclama sin dudarlo que se quedaría a vivir allí, de hecho, vistió casi desde el inicio el punjabi y el bindi en la frente para mimetizarse con la cultura asiática. Aún así, es consciente de las diferencias de estas sociedades respecto a Occidente:
«Los matrimonios son concertados, se aparta al pobre, las mujeres no se hacen ecografías por si es niña y el sistema el patriarcal».