Antonio es hijo del médico Muñoz Cariñanos, tenía 10 años cuando dos terroristas de la banda ETA acabaron con su vida: “yo era muy pequeño, pero tengo unos recuerdos geniales de él, siempre con una sonrisa”. Los ciudadanos, la prensa y las Fuerzas de Seguridad del Estado contribuyeron a la rápida detención de los asesinos, estaba amenazado desde hace años pero con la excusa de su ascenso a coronel pensó que podía salir del punto de mira de ETA: “siempre bromeaba con el tema de que estaba amenazado, decía que con la cabeza que tenía podían disparar desde el País Vasco, luego se lo tomó más en serio, y como no tenía escolta llevaba un revólver encima y entraba por la puerta de atrás de casa”.
Fue un día “como para no acordarse”, señala Antonio: “estábamos en un cumpleaños con los amigos y empecé a percibir algo raro, llamaba por teléfono mucha gente, me di cuenta cuando llegué a casa que había más de 100 personas y nadie quería decir nada”. Antonio se fue a Tierra Santa con la UFV y cuenta cómo este viaje le ayudó a superar este episodio de su vida: “me ayudó a madurar sobre los asesinos, a dejar de buscar una respuesta al por qué o una razón, encontré la paz interior que necesitaba”. “Podría decir felizmente que he perdonado a estos dos individuos, vivir sin odio ni rencor es fundamental”, añade, “al final no seré yo quien decida su perdón, pero estoy tranquilo y las personas con las que fui me ayudaron, hay que aprender a vivir feliz sin odio, no se hace de un día para otro, es una de las cosas más difíciles de perdonar, sobre todo, cuando te pasa con una edad sin conciencia de qué ocurre, pero si te rodeas de gente que te quiere es más fácil, me ha ayudado mucho el carácter humano de los profesores de la UFV,”.
Fue un día “como para no acordarse”, señala Antonio: “estábamos en un cumpleaños con los amigos y empecé a percibir algo raro, llamaba por teléfono mucha gente, me di cuenta cuando llegué a casa que había más de 100 personas y nadie quería decir nada”. Antonio se fue a Tierra Santa con la UFV y cuenta cómo este viaje le ayudó a superar este episodio de su vida: “me ayudó a madurar sobre los asesinos, a dejar de buscar una respuesta al por qué o una razón, encontré la paz interior que necesitaba”. “Podría decir felizmente que he perdonado a estos dos individuos, vivir sin odio ni rencor es fundamental”, añade, “al final no seré yo quien decida su perdón, pero estoy tranquilo y las personas con las que fui me ayudaron, hay que aprender a vivir feliz sin odio, no se hace de un día para otro, es una de las cosas más difíciles de perdonar, sobre todo, cuando te pasa con una edad sin conciencia de qué ocurre, pero si te rodeas de gente que te quiere es más fácil, me ha ayudado mucho el carácter humano de los profesores de la UFV,”.