Conoce a Ángel Sastre, uno de los periodistas liberados tras su secuestro en Siria, desde hace tiempo porque ha coincidido con él en América Latina y cuenta de él que su mes de vacaciones lo dedicaba para irse a Siria como freelance: “la precarización de este oficio es enorme, me consta que está en buen estado físico y psíquico, pero hay que darle un tiempo para que se acostumbre a la libertad”. Fran lleva más de 30 años en zonas de conflicto, estuvo en las guerras de Irak y Afganistán, y valora para Onda el regreso a España de los periodistas Pampliega, López y Sastre.
Destaca la alegría y alivio de familiares o amigos, además de los compañeros de profesión, que tras 10 meses de incertidumbre han podido dormir de nuevo en sus casas: “es una situación tensa, Siria es uno de los lugares donde más difícil resulta ejercer el Periodismo, yo estuve allí y hay tantas facciones internas que es muy complicado entrar en el país con la garantía de que no te va a ocurrir nada”. Dice que ser corresponsal de guerra es algo que se lleva en la piel y que la profesión de corresponsal se enfoca de forma distinta según la persona: “lo importante es la intensidad con que se vive el Periodismo y tener el privilegio de contar pequeños pasos en la historia”. Recuerda que la información internacional es cara para un medio y por eso quizá no se potencie lo suficiente su cobertura, y relata que los duros escenarios de guerra deben ser como el agua y el aceite cuando se juntan con la vida real, y no se han de mezclar: “hay quien puede desarrollar una segunda piel pero yo sigo conmocionándome, no hay un manual sobre qué hacer, hay un sexto sentido para ver el límite que no hay que cruzar y la libertad de expresión ha de estar por encima de todo ejercida con responsabilidad”, concluye.
Destaca la alegría y alivio de familiares o amigos, además de los compañeros de profesión, que tras 10 meses de incertidumbre han podido dormir de nuevo en sus casas: “es una situación tensa, Siria es uno de los lugares donde más difícil resulta ejercer el Periodismo, yo estuve allí y hay tantas facciones internas que es muy complicado entrar en el país con la garantía de que no te va a ocurrir nada”. Dice que ser corresponsal de guerra es algo que se lleva en la piel y que la profesión de corresponsal se enfoca de forma distinta según la persona: “lo importante es la intensidad con que se vive el Periodismo y tener el privilegio de contar pequeños pasos en la historia”. Recuerda que la información internacional es cara para un medio y por eso quizá no se potencie lo suficiente su cobertura, y relata que los duros escenarios de guerra deben ser como el agua y el aceite cuando se juntan con la vida real, y no se han de mezclar: “hay quien puede desarrollar una segunda piel pero yo sigo conmocionándome, no hay un manual sobre qué hacer, hay un sexto sentido para ver el límite que no hay que cruzar y la libertad de expresión ha de estar por encima de todo ejercida con responsabilidad”, concluye.