Acaba de publicar un libro bajo el título «El pequeño dictador crece» en el que apela al contrapeso de los mensajes nocivos que les llegan a los adolescentes sobre fanatismo, anorexia, etc:
«Falta respeto y cariño, también entre los padres que proyectan su dolor a los hijos, los niños tienen que aprender a mirar la vida de frente, el ser humano necesita oxígeno, sentirse cálido y tener un proyecto existencial».
Urra lamenta que la autoridad esté diluida y recuerda que la libertad nace de la autonomía:
«Hay que preguntarse para quién vivo, si mientes te mientes a ti mismo, en nosotros hay más que un ‘tú’ y un ‘yo’ igual que un programa de radio no valdría sin oyentes, disfrutar de los hijos es más importante que saber quién va a ganar las elecciones, la vida hay que llevarla en los propios brazos».