Lleva dos años como asistente porque se lo recomendó su tío pero asegura que cada vez le gusta más, aunque también reconoce que hace falta estar muy centrado en el juego:
«Las decisiones que tomo en milésimas de segundos se convierten en acciones que determinan la dirección del partido, una vez tuve que suspender uno y me llegaron a amenazar de muerte».
Iván espera subir algún día a Segunda División B, explica que las pruebas, tanto técnicas como físicas, además de los informes exigidos por temporada son muy estrictos, y también depende de quienes bajen de categoría:
«De momento, voy paso a paso, ahora me centro en arbitrar procurando dejar juego puesto que el fútbol es un deporte de contacto».