El deporte emergente del taekwondo se diferencia del kárate en que es coreana en vez de japonesa, en que tiene un sistema objetivo de puntuación en el que la electrónica sustituye al árbitro y además no se detiene el combate para llevar al centro a los rivales, aunque ambas sean artes marciales. Nico asegura que empezó a practicarlo por ser un deporte que inculca el orden y la disciplina: «el mayor sacrificio que hice fue irme de mi casa en una isla hasta Madrid con 16 años, con mi hermano gemelo, para competir y entrenar, hay que saber gestionar ese cambio para que sea asumible por un deportista». Asegura que España tiene un nivel muy alto en taekwondo y que ha tenido mucha suerte:
«Es enorme todo lo que he conseguido, por lo que tengo un sentimiento de agradecimiento, aunque también es importante tener una formación paralela para ganarse la vida».
Un accidente de moto el año pasado le hizo valorar más a las personas y los momentos:
«Hay que evitar meterse en la rutina de forma que acabes sin darte cuenta de la gente que es importante a tu alrededor».