Empezó a jugar al fútbol desde muy pequeño porque idolatraba a los futbolistas: “crecí con un balón en la calle, lo único que disfrutaba era tener una pelota entre mis pies, mi referente siempre ha sido Ronaldinho”. Se fue con 10 años a Barcelona sin sus padres: “lloré un año entero pero crecí y cuando vine a Madrid sentí un feeling especial con la afición atlética, que alguna vez hayan cantado mi nombre es algo que no se puede describir”. Tras una temporada en el Villarreal se fue al Oporto: “llegué con miedo pero me acogieron muy bien, el entrenador fue un pilar fundamental”. Este año en el Atlético de Madrid asegura que se siente bien porque las vueltas siempre son bonitas: “la gente me da su cariño, me cogí un número soñado, lo disfruto cada día, soy un privilegiado por jugar ante la afición del Atlético, estoy para sumar y el míster puede contar conmigo para lo que quiera, lo fundamental es que cada jugador se sienta importante”. Sostiene que la filosofía de este equipo siempre es la misma y que el Atlético tiene las cosas claras, partido a partido.