Su padre la llevaba de pequeña todos los domingos por la mañana al campo de tierra del barrio para ver cómo jugaban al fútbol clubes pequeños. Ahora es amiga personal de grandes futbolistas de élite y una de las caras visibles del deporte en la televisión pública:
«Nunca dudé que quería ser periodista, desde que tengo uso de razón, de hecho, nunca nadie me preguntó qué quería ser de mayor».
Cuenta que la clave para avanzar en esta profesión es ser diferente, tener una buena agenda y trabajar mucho:
«El esfuerzo es como un boomerang, recibes lo que das, el periodismo no sólo es un sueldo, sino que supone una estabilidad, un carisma, un oficio, aunque también es ingrato con las relaciones personales debido a la exigencia laboral y me arrepiento».